Interpretando el Bullying: causas y consecuencias. (4° Parte)


1. A modo de introducción.

A diferencia de las relaciones que los niños y jóvenes mantienen con los adultos, en las relaciones entre los propios niños y adolescentes domina la igualdad de estatus; es decir, sus relaciones tienen un carácter no jerárquico, se mueven en el plano de la simetría horizontal, de ahí la consideración de iguales.
En su forma más general, el fenómeno del abuso consiste en la opresión reiterada, tanto psicológica como física, hacia una persona con un poder menor, por parte de otra persona con un poder mayor (Farrington 1993). Este desequilibrio puede ser muy evidente (una persona con más fuerza física o un grupo de personas contra un individuo) o bien pasar mucho más inadvertido, por ejemplo, cuando se trata de diferencias psicológicas.
Cuando en las relaciones entre iguales a las que hacemos referencia se rompe el equilibrio de fuerzas, éstas se convierten en abusivas y favorecen los procesos de victimización, en la cual, se puede llegar a destrozar a una persona poniendo en peligro su desarrollo y ser causa de trastornos mentales en la adolescencia o en la edad adulta.

2. Causas. Algunas Perspectivas Teóricas

a.- Se sabe que la violencia no carece de sentido, ya que permite: establecer jerarquías con el grupo de pares, ya sea como defensa de uno mismo, de otros y del territorio, para resolver un conflicto, como una forma de catarsis, para hacer daño (gratuito), por entretención y por reivindicaciones sociales (al sentirse discriminados). (Citado en Varela et al. 2009).
Esta interpretación está basada en la naturaleza mamífera que es parte de la nuestra. Los mamíferos cuando entran en su juventud buscan mostrarse entre sus pares para lograr reivindicación, liderazgo, hasta donde pueden lograr más que sus iguales. Este mismo comportamiento, es manifestado con adultos, con los cuales los jóvenes pueden,  queriendo mostrar su supremacía, su incipiente adultez y desplazarlo. Por eso, en muchos jóvenes se prueban ante adultos de poco carácter y convicción, viendo esto a menudo en docentes donde los alumnos le generan indisciplina y a otros no.

b.- Para otros autores, la violencia escolar expresa de parte de los adolescentes una forma de gestionarse a sí mismos frente a la situación de invisibilidad en la sociedad.
No es simplemente una conducta anómica, sino que es una manera de ser reconocido, respetado, integrado y querido (Sandoval, 2004). A su vez, otros especialistas señalan que la agresión de los estudiantes sería una forma de violencia anti-escuela, ya que el establecimiento educativo reproduce la desigualdad de la sociedad. Hay una crisis de sentido de la escuela, en especial para los sectores marginales, una frustración frente a ella (Zerón, 2004). Todas ellas serían complementarias en algún nivel, pero cada una enfatiza ciertos elementos propios como claves (Citado en Varela et al. 2009).

c.- Siguiendo al Dr. Marcelo Careaga Butter y Carolina Fuentes Henríquez en Bullying Escolar: Una Mirada Pedagógica y Ética presenta el problema de bulling, con una interpretación novedosa y discutible, por la inexistencia de un cauce pedagógico en el aula en que diariamente se aplican metodologías que no estimulan a niños y jóvenes e inmovilizan sus energías. Los estudiantes se aburren dentro de las escuelas por la falta de una propuesta pedagógica que compatibilice la cultura escolar con la cultura infantil y juvenil.
Hoy existe una gran contención institucionalizada de las energías propias de los estudiantes. Es posible que la violencia se manifieste por la inexistencia de un cauce pedagógico en el aula. Diariamente se aplican metodologías que lejos de estimular a niños y jóvenes, inmovilizan sus energías y simplemente los estudiantes se aburren dentro de las escuelas. La escuela les ofrece estudios teóricos o prácticos, evaluaciones y calificaciones que operan como presión personal, institucional y social, generalmente espacios libres pequeños en relación con la población escolar y, lo que parece más grave, una interpelación del sistema educativo a una excelencia académica que se mide exclusivamente a través de pruebas estandarizadas. Se requiere organizar espacios vitales (self-space), para que de manera fluida y natural, los niños y jóvenes copen dichos espacios y los sientan como propios, jueguen distendidos, se distraigan sanamente, manifiesten sus expresiones del arte, sus juegos propios y acordes a su edad, cultiven la música, los deportes, el aire libre y la naturaleza y la sana entretención.
Hoy la tendencia es enseñar conceptos y materias, reprimiendo los espacios creativos y la oferta didáctica y metodológica que en sí, debería poseer una riqueza que se manifiesta en la diversidad de la oferta hacia los niños y jóvenes que deberían aprender a convivir en escuelas estimulantes, que les ofrecen aprendizajes para ser competentes, pero también, para la vida en sociedad, para el cultivo sublime de las expresiones del espíritu, para la contemplación de los dones regalados en la naturaleza y el entorno, para valorar la dignidad de los otros en la propia dignidad de cada uno que convive haciendo suyo a los otros.
Debemos impulsar una convivencia social y una cultura escolar que incorpore dentro de sí misma la cultura infantil y juvenil, dándole cauce a las necesidades y expectativas de los estudiantes, permitiendo a ellos ejerzan crecientemente sus cuotas de libertad de manera consciente. Que copen sus espacios con sus temas, su música, sus deportes y sus juegos. Nadie puede ejercer la libertad en la vida diaria, aprendiendo a respetar la de los otros, si no se les permite aprender a cómo vivirla.

d.- Durante los últimos años han aparecido variadas teorías que buscan dar cuenta del fenómeno del bullying: teoría del aprendizaje social; teoría de la mente; diferencias individuales en la temprana infancia; desarrollo filogenético (supervivencia del más fuerte); diferencias socioculturales (raza, género, clase social, minorías, etc.); presión de pares en la escuela; como justicia restaurativa (personalidad); ley o cultura del silencio y una mirada ecológica (Citado en Varela et al. 2009).
Frente a estas teorías, el modelo ecológico es clave al intentar superar visiones atomistas del fenómeno y es el modelo más inclusivo ya que posee una visión integral. Si buscamos la solución del bullying mirando solo el entorno de la escuela no iremos a la raíz del problema. Busca analizar la violencia escolar desde una perspectiva evolutiva y a distintos niveles incluyendo, junto con la interacción de los estudiantes en la escuela, la que existe en la familia, la calidad de la colaboración entre la escuela y la familia, la influencia de los medios de comunicación o el conjunto de creencias, de valores y estructuras de la sociedad (Díaz et al. 2011).
Concretamente, este modelo postula cuatro niveles o sistemas que operarían en conjunto para afectar directa e indirectamente el desarrollo del niño, y en este caso, nos ayudarían a explicar cómo la violencia, maltrato y acoso escolar se manifiestan en cada uno de estos sistemas:

  • Microsistema: Corresponde al patrón de actividades, roles y relaciones interpersonales que la persona en desarrollo experimenta en un entorno determinado en el que participa. En el caso de los niños, los microsistemas primarios incluyen a la familia, el grupo de pares, el colegio, el vecindario, es decir el ámbito más próximo a ellos.
  • Mesosistema: Comprende las interrelaciones de dos o más entornos (microsistemas) en los que la persona en desarrollo participa, por ejemplo, los padres coordinan sus esfuerzos con los docentes para educar a los niños.
  • Exosistema: Se refiere a los propios entornos (uno o más) en los que la persona en desarrollo no está incluida directamente, pero en los que se producen hechos que afectan lo que ocurre en los entornos en los que la persona si está incluida. Incluyen todas las redes externas mayores que las anteriores como las estructuras del barrio, la localidad y la urbe.
  • Macrosistema: Se refiere a los marcos culturales o ideológicos que afectan o pueden afectar transversalmente a los sistemas de menor orden (micro, meso y exo). Lo configuran los valores culturales y políticos de una sociedad, los modelos económicos y condiciones sociales.

Es decir, trabajar el bullying teniendo como base una visión ecológica nos asegura un trabajo más integral, que no sólo busque disminuir los factores de riesgo en el colegio, o en la familia, o en los grupos pares, sino que busque intervenir sobre todos ellos en su conjunto, y en los demás entornos en los cuales se desarrolla el estudiante, es decir, las sociedad en su conjunto, pues es la única forma en que realmente podamos enfrentar en forma exitosa el bullying.

e.- Siguiendo a Berger y Lisboa (2008), basados en el trabajo realizado por Rigby (2004), han agrupado estos paradigmas en tres grandes grupos:

  • Modelos individuales: Los modelos individuales plantean que existirían características individuales asociadas al bullying (por ejemplo, niños/as que disfrutarían dominando a otros) y que incluso algunas de éstas serían de carácter genético. Algunos niños/as serían más proclives a ser parte de dinámicas agresivas dado el carácter que han desarrollado. En este sentido, incluye también la dimensión afectiva de los niños/as y el impacto de ésta en sus conductas, como por ejemplo la hipótesis de que niños que han sido víctimas de maltrato reaccionan violentamente. Asimismo, dificultades en habilidades socioemocionales, especialmente dificultades para el procesamiento de la información social y la empatía, serían características de los niños agresores.
  • Modelos interpersonales y grupales: Desde este enfoque la agresividad entre pares surgiría en relación a la necesidad de establecer jerarquías sociales, asociada a la tensión entre ser aceptado por el grupo de pares y al mismo tiempo individualizarse. Estos procesos cobran centralidad cuando los niños empiezan a relacionarse con otros y a “afirmarse” o definirse en función de los otros (Coté, Vaillancourt, LeBlanc, Nagin & Tremblay, 2006). Desde esta perspectiva, el bullying surge en torno de la disputa y/o defensa de la posesión de objetos y/o bienes que son considerados valiosos en el contexto, como por ejemplo el estatus social (Cillessen & Mayeux, 2004; Rodkin & Berger, 2008). El maltrato sería el resultado del encuentro de niños/as con diferentes posiciones de poder (físico y/o psicológico), lo que motivaría la búsqueda del establecimiento de jerarquías entre los niños. Así, el maltrato es considerado como un fenómeno natural y relacionado con la adaptación al contexto y su existencia en las instituciones escolares no necesariamente implica alguna falta o malfuncionamiento de la institución, ya que su emergencia dependería de la cultura de pares en la cual se desarrolle. En la medida que dicho contexto acepte y valide la agresividad, ésta será utilizada por niños y niñas, y para ser aceptados por el grupo, los estudiantes debieran cumplir con aquellas conductas y actitudes aceptadas, validadas y valoradas por el grupo de pares. Así, el bullying es un fenómeno grupal. Además, desde esta perspectiva puede explicarse el cambio de las conductas agresivas desde formas físicas (inicialmente) a formas relacionales, según los recursos y habilidades con que cuentan los niños en las distintas etapas de su desarrollo.
  • Modelos socioculturales: Desde esta perspectiva el bullying estaría asociado a la existencia de grupos con diferencias en términos de poder y estatus, principalmente basadas en antecedentes históricos y culturales (raza, género, nivel socio económico, minorías en general). Especialmente interesante aquí es la agresividad inter-género (Berger & Rodkin, 2009), respecto de la cual se especula que hombres han aprendido del contexto socio cultural a relacionarse con mujeres de una manera abusiva (lo que se ha conceptualizado como la construcción de una masculinidad hegemónica), tanto contra niñas como contra niños que no presentan las cualidades típicamente adscritas a dicha masculinidad (Narvaz & Koller, 2006). De esta forma, las relaciones de agresión y abuso aparecen validadas por la supuesta supremacía de un grupo sobre otro, y por tanto son aprendidas a través de procesos de socialización. Esos supuestos explican algunos preconceptos y estereotipos que, socialmente aprendidos, legitiman el maltrato e influencian negativamente el desarrollo moral de jóvenes.

En síntesis, bullying no es sinónimo de violencia escolar, sino más bien una forma específica de ésta. No existen explicaciones únicas respecto de su génesis; existe consenso entre los investigadores en que el bullying es un fenómeno complejo y multicausal, y por lo mismo, la integración de distintas perspectivas para abordarlo permite alcanzar una mayor comprensión.

2. Consecuencias del Bullying.

Podemos afirmar que el bullying es un fenómeno complejo, que por su naturaleza, conlleva consecuencias negativas para todos los actores que están involucrados. A continuación revisaremos lo que nos aportan las investigaciones científicas.
Mertz, 2006 (Citado por Batista et al. 2010) plantea que dificulta el aprendizaje de los alumnos, le causa daños físicos y psicológicos a las víctimas, y por último, el involucramiento en el bullying es un factor de riesgo que incrementa las probabilidades de emprender trayectorias de vidas problemáticas.
De este modo, podemos observar que el bullying encierra una problemática psicosocial que afecta el desarrollo integral del individuo, evita la creación de vínculos afectivos y en algunos casos llega a destruir la vida de quienes lo vivencian. Asimismo, la experiencia del maltrato entre iguales en la escuela se relaciona con autoestima baja y con sentimientos de soledad a largo plazo, teniendo repercusiones en la vida futura de los individuos (Del Barrio et al. 2003 Citado en Hoyos de los Ríos et al. 2009). El acoso puede incluso impulsar al alumno a tomar decisiones extremas como el suicidio (Cepeda-Cuervo, Pacheco-Durán, García-Barco & Piraquive-Peña, 2008).

a.- para las víctimas pueden ser desde simples desajustes hasta angustia, síntomas depresivos y fobias sociales (Storch, Heidgerken, Cole, Murphy & Geffken, 2005), ansiedad y conducta problemática (Hawker & Boulton, 2000) que puede llegar a ideación suicida (Roland, 2002).
Los chicos y chicas victimizados refieren más altas tasas de síntomas psicosomáticos, ansiedad y depresión, una baja autoestima, soledad, aislamiento, baja concentración y baja adaptación escolar (¿precursor o resultado?). También manifiesta miedo a ir a la escuela y en el grupo de las chicas se han observado trastornos de la ingesta (anorexia y bulimia).

b.- para los agresores se pueden presentar síntomas como baja autoestima, soledad y síntomas depresivos que se pueden relacionar con desarrollo y mantenimiento de un síndrome obsesivo compulsivo (Storch et al. 2005), y constituirse como el primer estadio del desarrollo de una conducta delictiva (Baldry & Farrington, 2000; Olweus, 1998).
En los agresores se da depresión, ansiedad, y trastorno por déficit de atención con hiperactividad y una tendencia a desarrollar una personalidad antisocial en la edad adulta. Otros aspectos a resaltar son la inseguridad en algunos casos, el rechazo a la escuela y el consumo de sustancias.

c.- El grupo de chicos y chicas que son agresores y víctimas a la vez es el que presenta un riesgo más alto. Particularmente los chicos presentan más trastornos de conducta externalizada y problemas de hiperactividad y las chicas más problemas internalizados (Kumpulainen 1998).

De acuerdo a Ortega & Mora-Merchán, 1997 (Citado en Barragán et al. 2010), como respuesta a la violencia escolar, se puede padecer daño físico (lesiones), muerte ( suicidio) o afecciones de la salud mental (depresión, baja autoestima o secuelas postraumáticas) que, en términos generales, les impiden mantener buenas relaciones con sus iguales y con frecuencia adoptan comportamientos de riesgo como pueden ser el uso de sustancias adictivas, ausentismo escolar, relaciones sexuales prematuras o violentas e incluso la autolesión.

Para otros autores, además de producir en los/as adolescentes, ansiedad y depresión (Kumpulainen & Rasanen, 2000; Salmon & West, 2000; Kumpulainen, Rasanen & Puura, 2002), también produce desórdenes alimentarios tales como anorexia y bulimia (Kaltiala-Heino, Rimpela, Rantanen & Rimpela, 2000) y muy bajo rendimiento escolar (Kochenderfer & Ladd, 1996; Karatzias & Swanson, 2002 Citado en Merino, 2008).

Rodríguez (2006) reporta que estudios longitudinales han relacionado la asociación entre haber padecido bullying en la etapa escolar y la posibilidad de estar incluidos en fenómenos de mobbing, la mayoría de las veces como acosado laboral.

Es decir, la espiral no se detiene, cuando un estudiante es hostigado o victimizado, no sólo sufre él, sino que sufren los compañeros, la familia y todos en general, se pierden vidas valiosas que a veces son presas de angustias, carencias, faltas de habilidades para superarse y reinventarse, lo cual impacta no sólo cuando se es niño, sino que a veces se arrastra hasta la adolescencia e incluso la adultez, son personas que dejan de producir, de rendir al máximo de sus capacidades y potencialidades, pierden ellas, pierde la comunidad, pierde el país.

Observación informada de la percepción del fenómeno Bullying
Percepción del fenómeno Bullying
Imagen: mineduc.gob.gt

#ICE_Elaboraciones #ICE_InclusiónInterpersonal

Rev

Acerca de Lic AUS Prof Jorge Luis Prioretti

Licenciado en Organizaciones sociales y culturales - USAL. Analista universitario en sistemas - UTN. Profesor Sup. Filosofía y Cs. Educación.
Esta entrada fue publicada en Elaboraciones y etiquetada . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario